El rápido aumento en la población de los últimos años ha dado paso al proceso de urbanización, que básicamente consiste en la concentración de la población en las grandes ciudades o urbes creando así, lo que conocemos como núcleos poblacionales. Esto, junto a otros factores se traduce en el abandono parcial de pueblos, explotaciones agro-ganaderas y del mundo rural en general.
La ciencia forestal, encargada del estudio y gestión de los montes y medios rurales, incluye entre los eslabones necesarios para la sostenibilidad forestal, la actividad cinegética. La primera ley en materia de gestión cinegética emitida son las -Ordenanzas Generales de Montes y Ley de Caza- en 1879 por Carlos III, aunque la Ciencia Forestal tiene su origen en España en 1833.
Desde entonces hasta nuestros días, el leitmotiv de la elaboración de los hoy llamados Boletines Oficiales del Estado ha sido siempre la misma: regular la necesaria intervención mediante la caza entre el hombre y la naturaleza para la conservación de esta. Por decirlo de algún modo estos son los aspectos teóricos de la actividad cinegética, pero existe otro factor muy importante. Al igual que todas las personas deben de ser conscientes de que juegan un papel importante en la conservación del medio ambiente, el cazador debe saber que como eslabón de sostenibilidad del medio forestal tiene una responsabilidad más allá de la propiamente legal, tiene una responsabilidad ética y moral ya que sus actos acarrean consecuencias inmediatas y a largo plazo.
Por esto el cazador del siglo XXI tiene que ser una persona conocedora de lo que le rodea, tiene que estar concienciado de la importancia de un sistema sostenible para evitar la demacración y más que segura extinción tanto de especies como de ecosistemas, de que los tiempos de excesos han terminado para dar paso a una sociedad que debe estar hermanada y concienciada del cuidado de la naturaleza.
El relevo generacional en la caza debe estar formado y concienciado ya que son y serán las nuevas generaciones las únicas capaces no sólo de mantener la caza y todo lo que ella conlleva viva, sino que tiene que ser un modelo ejemplar en la sociedad en cuanto a materias de sostenibilidad, medio ambiente y la manutención de este. Empezando por la reeducación propia del colectivo, nosotros los cazadores del Siglo XXI tenemos que estar unidos y reclamar con el ejemplo el bienestar ambiental que es, a pesar de la ignorancia de muchos, responsabilidad no sólo de cazadores, silvestristas, pescadores, ganaderos, agricultores, sino de todo el mundo en su ámbito diario.